jueves, diciembre 29, 2011

Arthur llega al norte.

Este es mi regalo de navidad para quien gusta de mi cuento/novela/relato/lo que sea.


Si no has leído nada y no sabes de que te estoy hablando puedes ver lo que llevo :


aquí
II aquí
III aquí
IV aquí




Nublado.


El clima del norte era siempre así no importando la estación del año, llegar allí le había tomado al filósofo un año y dos meses, cuando miró el cielo gris no pudo contener un suspiro, a escasos metros se leía un anuncio modesto : "Ciudad de Angor"




Pocas cosas habían cambiado en ese lugar para el filósofo, la ciudad seguía amurallada y las chimeneas se alzaban unas sobre otras, mismo olor a pan recién hecho, mismo sonido del río corriendo, conocía de sobra aquel lugar aunque lo había dejado muchos años atrás...Arthur había nacido allí.


Consideró que entrar a la ciudad en la biblioteca llamaría demasiado la atención, así que se instaló a una distancia considerable de la muralla camuflando el edificio con la maleza tan espesa característica del lugar; poco después se dirigió a su habitación, al empezar su viaje al norte, Angor parecía lejano e imposible, pero ahora que ya pisaba su tierra comenzó a preguntarse si era lo correcto, si estaba preparado para encarar el pasado.  Lo inevitable sucedió y la melancolía desempolvó recuerdos que ya comenzaban a saborearse como sueños.




Arhur Edel se volvió un renegado desde el momento en que a los catorce años un libro de filosofía le robó los ojos,  no era un título que le gustara, para él ese prejuicio no era más que su curiosidad mal interpretada, no era precisamente que fuera en contra de lo correcto, de lo moral o de lo ético, simplemente lo cuestionaba... y las preguntas en pueblos chicos siempre incomodan.




No todo era terrible, tenía un gran soporte con nombre, cabello alborotado, ojos enormes y cuerpecito enclenque, se llamaba Marietta y la conocía desde que tenía uso de razón pues vivía junto a su casa, ella no era otra cosa que un adulto en cuerpo de niño, incluso en su juventud ese detalle siempre lo inquietó.




Era obligatorio verse todos los días, él con un libro en la mano y ella armada con una sonrisa dulce y paciencia infinita, había días en que no había mucho de que hablar, había otros en que podían llevarse toda una tarde, definitivamente Marietta era lo único bello en todo Angor.




Lo mejor era la noche, bastaba que Arthur diera un salto con suficiente fuerza para pasar de techo a techo, no importaba cuanto se apurara, ella siempre estaba allí esperando y con la mirada perdida, nunca quiso contarle que era lo que pensaba. Se divertían mirando las estrellas, inventaban constelaciones o algunas historias, eran instantes que en su momento a Arthur le parecieron cotidianos, pero al crecer apreció esos recuerdos, pues era un niño sin más responsabilidad que vivir. 


Pasaron años juntos, Marietta era de Arthur y Arthur de Marietta, él le prometió tener un día un mural del firmamento donde cada lucero representara una de sus visitas para ver las estrellas. Marietta rió.


-"¡Creo que será un mural gigantesco! no se si lo has notado, pero la pendiente de mi techo está hundida y con la forma de nuestros traseros"


Más risas.


-"...Tendremos una casa enorme Etta"- apretó su mano fuertemente y sonrió.




Sin embargo, hay un problema con los filósofos que es parecido al de los médicos, si ellos nacieron con esa entrega hacia lo que hacen se vuelven insaciables, con una sed que solo el conocimiento puede saciar, Angor era un pueblito alejado de todo, la biblioteca era sólo un cuarto con diez estantes que se encontraba en la iglesia, su trabajo* era bien remunerado, pero comprar un libro de fuera resultaba en cantidades ridículas y tardaban demasiado tiempo en llegar.




El norte no era un lugar donde crecer.




Así se libró una batalla constante a los dieciocho  años de Arthur, pues cualquier persona que conociera su historia le diría que había logrado muy joven lo que todos tardan años en encontrar : el amor verdadero, esos comentarios lo desgarraban, se sentía una bestia, un egoísta, pero la conclusión era tajante: el amor no le era suficiente y eso le estaba endureciendo el corazón.


Tocaron a la puerta, no esperaba visitas, nadie las espera en la madrugada.


-"Etta ¿sucede algo? ¿estas bien?"


-"No puedo dormir, llevo semanas así... mi Arthur, tenemos que hablar"


Consternado hizo que Marietta se sentara y tras una pausa que pareció eterna comenzó a hablar.


-"Cuando éramos más pequeños, un día me preguntaste qué era lo que me haría más feliz, y lo recuerdo claramente, respondí que mi felicidad radicaría en hacer feliz a alguien más, dar todo de mi para que esa persona sonriera todos los días..."


Se enjugó las lágrimas, él trató de acercarse pero ella lo detuvo con un gesto de la mano, sonrió.


-"Eso he hecho, desde que te conocí juro que no he hecho nada más... pero Arthur, yo se que eso no basta - rebuscó un poco en su bolsa - lo que tú verdaderamente amas es esto.


Puso un libro sobre la mesa, era Ana Karenina, de Tolstoi.


-"Vete Arthur, vete y llega lejos, aquí no podrás hacer nada de lo que quieres y tu vida no será más que un castigo conmigo como consuelo, mi compañía no es necesaria, de serlo estarías feliz... necesitas no contar con un pasado para tener un futuro, allá afuera está todo lo que sueñas e incluso lo que tu corazón niega querer... ve por tus sueños, por esos claveles blancos"


De vuelta a la realidad caía en la cuenta de que era un gran idiota.


Golpeó la ventana de su habitación ¿por qué regresó? ¿en realidad qué pretendía? 




-"...Simone"


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*Su padre era herrero, murió cuando Arthur tenía 15 años y desde entonces estuvo a cargo de la herrería, lo disfrutaba (no entro en muchos detalles, va haber un capitulo exclusivo sobre el padre de Arthur)


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Esto es un record, tardé dos noches en escribirlo por que se me escurrían los mocos (por llorar) y tenía que parar, si si si, no está como para cortarse las venas ni es tan dramático, pero he de confesar que si puedo ser un personaje en ese cuento definitivamente soy Marietta quizá en lo que escriba adelante se entenderá más.








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Un filósofo, una princesa, un perro y una biblioteca. por Fabiola Velez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

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